martes, 23 de noviembre de 2010

NARRATIVA Y CUENTO CORTO: DE LA SERIE PUROS CUENTOS: Parte XV: MUSICA DE LAS ESFERAS

Kultur-Tulum:


NARRATIVA Y CUENTO CORTO:


De la Serie Puros Cuentos: “9, 760 Kilómetros a través de la India”.



Parte XV: “MUSICA DE LAS ESFERAS”



Sentados cómodamente en la sala de la casa de Prabhupada, mientras degustaban tranquilamente un chai caliente, el viajero continuaba insistiendo a su amigo-anfitrión en el asunto del efecto vibratorio que produjo su voz mientras estaban en el templo Diksha Bhoomi. Prabhupada quería hablar de otros asuntos pero ante la insistencia de su huésped, éste le dijo:

__ Mi amigo, usted debe saber que antes de la existencia de cualquier otra cosa está el sonido. Científicamente hablando, sólo la luz está antes que la vibración.

__ ¿Está usted refiriéndose a los mantras?, inquirió el viajero.

__ Ah, bueno, eso ya es otra cosa. Quiero decir, es igualmente vibración pero de una cualidad mucho más elevada. Está usted hablando de la “música de las esferas”, le contestó Prabhupada.

__ ¿Cómo se podría describir entonces la cualidad del mantra?, preguntó de nuevo el viajero.

__ Mire, en realidad el concepto o la descripción lógica de un mantra, cualquiera que este sea, no tiene la menor importancia. El mantra no es verificable por lo que describe sino por los efectos que produce, se escuchó decir con propiedad a aquel burócrata hindú, que se había hecho amigo del viajero mientras viajaba en tren.

__ ¿Y qué efectos producen los mantras en los seres humanos?, preguntó el viajero, mientras recibía de las diligentes manos de la esposa de su amigo-anfitrión una nueva taza de té caliente.

__ Vea, en realidad el principio de verificación de un mantra descansa en el emotivo efecto numinoso que este produce, le contestó de inmediato Prabhupada.

__ No comprendo nada, dijo el viajero, mientras levantaba levemente sus hombros.

__Tal vez le ayude en algo saber que mi amigo el profesor Bharati, descompone la palabra Mantra en dos raíces etimológicas. La primera es la palabra sánscrita “man”, que significa “pensar” y la segunda, “tra”, que viene del sufijo “krt”, que significa “instrumento” o “instrumentalidad”, explicó Prabhupada con paciencia de docente.

__ Entiendo. Significaría algo así como “instrumento para pensar”, se adelantó a explicar el viajero.

__ Bueno, esto tómelo de manera aproximativa. La palabra mantra también puede significar “palabra sagrada”, “discurso”, “oración”, “sonido de alabanza”, “himno védico”, “fórmula sacrificial”, “verso místico”, “fórmula mágica”, “encantamiento”, “resolución”, “consejo”, “plan”, “designio”, “secreto”…, dijo Prabhupada.

__ Es un poco confuso con tantas descripciones, ¿no cree usted?, se escuchó reaccionar al viajero.

__ Es probable. Pero si acaso usted quiere quedarse con alguna descripción que realmente le sea de utilidad práctica, pues le daré la favorita del maestro Ramakrishna, le contestó Prabhupada.

__ ¿Cuál es?, inquirió de inmediato el viajero.

__ El gustaba de emplear frecuentemente con sus alumnos el término “mon-tor”, término que viene del bengalí, dijo Prabhupada.

__ ¿Qué significa?, preguntó ansioso el viajero.

__ “Ahora la mente es tuya?, dijo Prabhupada.

__ ¿Y eso que significa?. Hasta donde yo sé mi mente es mía, preguntó el viajero.

__ Eso es lo que ustedes creen en Occidente, más no es así. Ustedes no son dueños de nada, ni siquiera de lo que consideran sus propios pensamientos, dijo el amigo-anfitrión del viajero.

__ ¿Podría explicármelo mejor?, contestó tímidamente el viajero.

En ese preciso instante se escuchó la aguda voz de una joven mujer que suave y silenciosamente se desplazaba al interior de aquella sala, dirigiéndose directamente hacia el viajero.

_ ¿Más té señor?, le preguntó ella.

El viajero utilizó un rápido pero educado ademán para indicarle a la joven que ya no quería más chai.

__ Acompáñeme, quiero mostrarle algo que le ayudará a entender de qué estaba hablando el gurú que le mencioné, dijo Prabhupada con tono sobrio y algo enigmático.



Sergio Barrios E.

-----

Kultur-Tulum es la sección cultural de la revista Raf-Tulum:
http://revistatulum.wordpress.com

martes, 19 de octubre de 2010

NARRATIVA Y CUENTO CORTO: De la Serie Puros Cuentos: “9, 760 Kilómetros a través de la India”. Parte XIV: “DIKSHA BHOOMI”

Kultur-Tulum:


NARRATIVA Y CUENTO CORTO:


De la Serie Puros Cuentos: “9, 760 Kilómetros a través de la India”.

Parte XIV: “DIKSHA BHOOMI”




__ Muévase un poco más hacia el centro, dijo Prabhupada, dirigiéndose hacia su amigo el viajero.

__ ¿Estoy bien aquí, contestó él de inmediato, mientras se movía unos cuantos ladrillos más a su izquierda, calculando encontrarse en posición perpendicular a la parte central de aquella enorme bóveda de concreto en forma de cúpula.

__ Levante la vista y compruebe usted si su cabeza está exactamente debajo del centro cupular, instruyó de nuevo Prabhupada.

El viajero alzó su mirada y comprobó que el agujero circular que marcaba el centro geométrico de la bóveda estaba justo sobre su cabeza, a una considerable altura.

__ Ahora sí, ya estoy bien situado, se escuchó decir al viajero, mientras se paraba con los pies muy juntos el uno del otro en un mismo recuadro del piso, con los brazos extendidos hacia abajo en forma paralela a su cuerpo.

__ Muy bien, ahora grite algo, le instruyó de nuevo Prabhupada.

__ ¿Cómo qué?, preguntó el viajero.

__ Cualquier cosa, lo que se le ocurra, le contestó de inmediato.

__ ¡¡ Nagpur ¡¡ ¡¡ Nagpur !!

De inmediato un eco vibratorio multiplicado en potencia a la voz original se esparció en todas direcciones, provocando el agudo tintineo de miles de diminutas partículas de vidrio, que colgaban del techo dispuestos en forma de largos rosarios colocados en la circunferencia interna de aquella bóveda.

El tintineo se escuchaba con mayor potencia por el efecto mismo del eco que prevalecía en el interior de aquella enorme cúpula, siendo audible durante varios segundos para todos los asombrados visitantes locales y turistas que en ese momento se encontraban dentro de ese monumento religioso.

__ ¿Cómo se explica eso?, se escuchó decir al viajero visiblemente asombrado.

Prabhupada no pudo ponerle atención en ese momento, pues en ese instante varios turistas se acercaron a él para pedirle que repitieran el ejercicio y poder grabar los agradables sonidos que producía el fenómeno.

__ Un momento, por favor mi amigo, ya le explicaré qué es lo que sucede aquí, dijo aquel hombre a su amigo el viajero, mientras continuaba explicando a los visitantes arremolinados a su alrededor, que en ese mismo lugar, el 14 de octubre de 1956, se habían convertido al budismo cinco millones de almas hindúes.


Sergio Barrios.

domingo, 19 de septiembre de 2010

NARRATIVA Y CUENTO CORTO: De la Serie Puros Cuentos: “9, 760 Kilómetros a través de la India”. Parte XIII: “SOMA”

Kultur - Tulum:


NARRATIVA Y CUENTO CORTO:

De la Serie Puros Cuentos: “9, 760 Kilómetros a través de la India”.



Parte XIII:




“SOMA”


Pocas horas antes de partir en tren hacia la ciudad de Nagpur, la próxima escala de su exploración en la India, el viajero es invitado por su amigo Nalesh, a participar de un ejercicio especial de entrenamiento cognitivo, el cual se llevaba a cabo por un grupo de adolescentes bajo la instrucción de su profesor-gurú.

Nalesh condujo a su amigo al interior de un gimnasio escolar de regulares proporciones. Lo primero que se observaba aún antes de cruzar el umbral de la puerta principal, era un enorme cuadro delimitado en el piso con líneas blancas, sobre un pulcro y acerado piso de madera color caoba. Justo en el centro de esta área perfectamente delimitada, se encontraba sentado en disposiciones de círculo, un grupo de aproximadamente veinticinco jóvenes de secundaria, de ambos sexos y vestidos la gran mayoría con atuendos deportivos. El profesor-gurú se encontraba en el centro exacto del círculo. Todos sin excepción estaban sentados en el suelo y con las piernas cruzadas al estilo de Buda.

__ Vamos a ver jóvenes, antes de empezar con nuestros ejercicios de la tarde de hoy, quiero ver qué tanto conocen ustedes su país. Quiero que alguien me responda esto: ¿Cuál es el principal rasgo cultural de la India?, fueron las palabras que el viajero y su amigo Nalesh alcanzaron a escuchar, mientras se acercaban al grupo y se sentaban en el suelo a observar y escuchar.

Luego de unos breves segundos donde imperaba un profundo silencio, alguien se animó a hablar y levantó la mano.

__ ¡La atención, profesor, el dominio de la atención!, se escuchó resonar a aquella voz aguda y femenina, cuasi-infantil, mientras el sonido de sus palabras viajó con eco hacia todas direcciones, en aquel gran salón deportivo con sus espaciosos ambientes y elevados techos.

Al escuchar aquella respuesta, de inmediato el profesor-gurú, un hombre setentón con largas y tupidas barbas de un color negro completamente oscuro, gruesas gafas y una espontánea sonrisa infantil grabada en su rostro, arqueó pronunciadamente sus cejas y sin esconder su asombro, dijo casi gritando:

__ ¡ Por favor, un aplauso para ella !

El ruidoso palmear de aquella veintena de muchachos invadió por completo el salón. Algunos celebraran agitando y chocando entre sí la palma de sus manos, y otros emitían sonidos guturales y silbidos a la manera de una porra deportiva.

__ Quiero decirles algo con respecto a lo que nos ha informado esta tarde nuestra querida amiga Narini, se escuchó decir al instructor, mientras con sus brazos levantados hacia gestos para que los jóvenes volvieran al silencio.

__ Nuestra nación y sus múltiples culturas han logrado sobrevivir durante miles de años solamente debido a esta facultad. Y es más, quiero decirles que de aquí en adelante, del siglo XXI hacia los tiempos que han de venir, sólo los pueblos que logren desarrollar al máximo sus facultades de dominio sobre la atención, van a poder subsistir sobre la faz de este planeta.

Ahora jóvenes, siguió diciendo el instructor, vamos a hacer unas prácticas rápidas sobre la atención. Durante cinco minutos quiero absoluto silencio. Que nadie hable por favor, piensen, piensen, y dialoguen sobre lo que quieran por un momento con ustedes mismos.

Reloj en mano el instructor constató que había transcurrido el tiempo estipulado, de modo que procedió a interrumpir aquel lapso silencioso que momentáneamente se había apoderado del salón.

__ Vamos a ver…, Umm, tú, Laesha, dijo el maestro, mientras señalaba con la vista hacia una diminuta adolescente que se encontraba sentada frente a él. Dime; ¿Cuál fue el pensamiento con el que iniciaste tu ejercicio mental?

__ La pequeña casa-árbol que tiene mi abuela en su jardín, maestro, contestó ella casi de inmediato.

__ ¿Y el último pensamiento?, le volvió a preguntar nuevamente el instructor.

__ El brazo facturado de mi hermana menor, dijo ella.

__ Muy bien ¿y antes de ese de la pequeña casa-árbol, cuál fue tu pensamiento anterior al último?, volvió a preguntar el maestro-gurú.

__ Laesha guardó silencio por un momento, y tras dudar sobre la respuesta dijo: creo que fue el trofeo de basket Ball, profesor….dijo tímidamente.

__ ¿Por qué dices creo…? ¿No estás segura?, se escuchó preguntar al instructor.

__ Es que no estoy muy segura…alcanzó a responder con timidez.

__Ajá, bueno. Y, si eso fue así ¿Cuál fue la conexión? ¿Cuál fue el pensamiento-puente que te llevó al brazo quebrado de tu hermanita? ¿Cuál es la conexión entre ambos?, preguntó de nuevo el maestro-guía.

Laesha no supo contestar, por lo que enmudeció completamente. Casi de manera simultánea, un muchacho que aparentaba no sobrepasar los trece años levantó con insistencia la mano izquierda.

__ Vamos a ver contigo, Prabhu, Comienza por el último de tus pensamientos, le dijo el gurú.

__ El color amarillo del bus de mi colegio, dijo de manera categórica el muchacho.

__ Ajá, ¿y el anterior a ese?, inquirió el maestro.

__ Comida chatarra, respondió de inmediato, con seguridad.

__ ¿y la conexión entre ambos?, preguntó de nuevo.

__ Unos diminutos autos de metal en color amarillo que aparecen en unas bolsas plásticas que lleva nuestra empleada doméstica del súper, contestó asertivamente.

__ ¿Y el anterior?, preguntó de nuevo.

__ Los carros de mi papi que de forma curiosa también tienen el forro interior del mismo color de mis juguetes, dijo Prabhu.

__ ¿Y la conexión?, inquirió otra vez.

__ La afición de mi papi por los autos deportivos, contestó de inmediato.

__ ¿Y el pensamiento anterior?, volvió preguntar.

__ Pensaba en Gunar, un amigo del colegio, explicó el muchacho.

__ ¿Y la conexión con el pensamiento anterior?, inquirió otra vez el maestro.

__ El divorcio por el que ahora atraviesan sus padres, dijo Prabhu.

__ ¿Y el anterior?, se escuchó preguntar de nuevo al mentor.

__ Las bajas notas de Gunar en el colegio, dijo

__ ¿Y la conexión entre ambos pensamientos?, inquirió otra vez.

__ Pensaba en qué nuevos maestros conoceré el próximo año, contestó Prabhu.

__ ¿Y la conexión con el anterior?, dijo casi en tono de murmuración el tutor.

__ Pensaba en los aros gruesos de sus lentes, maestro, respondió Prabhu, al tiempo que se escucharon algunas risas apagadas entre el resto de alumnos.

__ Muy bien, muy bien, Prabhu, vemos que tú has pasado del transito desde pensar en los aros de mis lentes hasta el color del bus del colegio que te lleva a casa. Ya nos dijiste como es que llegaste hasta allí. Ahora dinos entonces, ¿Cuál es el principal patrón de asociatividad en esta particular cadena de pensamientos?, se escuchó decir al maestro.

__ Son los nexos sentimentales, maestro, respondió Prabhu, sin pensarlo dos veces. Es mi preocupación constante por los seres queridos que tengo alrededor, dijo, rematando con un gesto de seriedad su respuesta.

En completo silencio y casi de inmediato se observó al maestro hojear rápidamente unos papeles que llevaba en un pequeño maletín que portaba junto a él, y mientras lo hacía, el viajero miraba con extrañeza a su amigo Nalesh, preguntándole con la mirada qué es lo que el maestro hacia ahora.

__ Muy bien, Prabhu, ya veo, se escuchó decir al maestro, rompiendo el silencio que se había apoderado del gimnasio, mientras levantaba su mirada haciendo a un lado el legajo de papeles que había examinado unos instantes antes. Según los reportes de todo este ciclo, continuó diciendo el tutor, a lo largo de todo el año los patrones de asociatividad dominantes mostrados durante tus ejercicios en mi clase, han estado dados por esa misma característica. No te equivocas. ¡Pido aplausos para él, por favor muchachos!, dijo el maestro.

Los gritos, aplausos, silbidos y golpeteos rítmicos con los puños sobre la madera del piso inundaron ruidosamente aquel salón.

__ Antes de terminar contigo y pasar con el siguiente alumno, interrumpió el maestro, mientras hacía señas con las manos para que los muchachos se callaran, quisiera que nos dijeras una cosa: ¿Cuál fue el principal patrón de asociatividad reflexiva que predominaron en tus ejercicios del año pasado?

__ El miedo, maestro. El año pasado fue el miedo, respondió de inmediato un sonriente Prabhu.

__ Explícanos rápidamente de qué se trataba tu miedo, inquirió con manifiesta curiosidad el tutor.

__ Todo el año pasado estuve pensando mucho en una posible guerra nuclear entre nuestro país y Pakistán, respondió con rapidez el muchacho. Mucho de lo que pensaba entonces estaba atravesado por esa idea central, especialmente en los momentos en los que iba sentado en el bus del colegio hacia mi casa.

__ ¿Cuántos años tenías entonces?, le preguntó a boca de jarro el maestro.

__ Doce años, profesor, dijo Prabhu.

__ Ajá, ya veo. Y sólo por una mera curiosidad, si no te importa que te molestemos demasiado, dinos, ¿Y cuándo tenías once?, le inquirió de nuevo el tutor.

__ Entonces el patrón dominante la mayor parte de ese año fue la gula por las comidas dulces y los helados de chocolate, maestro, contestó Prabhu, mientras se escuchaban unas risas provenientes de sus compañeros de aula.

__ Está bien, Prabhu, está bien. No te molesto más. Sólo dime una última cosa: ¿Hasta que edad has logrado retroceder con estos ejercicios?, preguntó el maestro.

__ Ya llegué hasta mis primeros seis meses de edad, respondió de inmediato Prabhu.

__ ¿Ya pensabas entonces?, le inquirió el maestro, medio en broma y medio en serio.

__ Sí, maestro, ya pensaba, y mucho…, contestó Prabhu, con aire solemne. Y descubrí además, siguió diciendo, que ya entonces buscaba que mis pensamientos no brincaran como mono desquiciado de un lado a otro.

__ Vaya, que bebé tan disciplinado eras entonces, dijo el tutor, mientras el grupo estallaba nuevamente en risas. ¡Aplausos otra vez por favor a Prabhu!, vamos a creerle y a atorgarle el beneficio de la duda. De todas formas él nos ha mostrado que se lo merece…, ovacionó el maestro-gurú.

Mientras tanto, se observaba al viajero realizar una serie de gestos con las manos, con los cuales le indicaba a su amigo Nalesh que se le hacía tarde y tenía que abandonar aquel lugar.


Fin.

Sergio Barrios E.


Kultur-Tulum es la sección Cultural de la Revista Raf-Tulum:
http://revistatulum.wordpress.com



--------

sábado, 14 de agosto de 2010

ENTREVISTA CON EL ESCRITOR GUATEMALTECO ARMANDO CASTAÑON











ENTREVISTA AL ESCRITOR ARMANDO CASTAÑÓN


En días recientes tuve la oportunidad de entrevistar personalmente al escritor guatemalteco Armando Castañón (1950), abogado, investigador social, historiador de las tradiciones mayas, estudioso de la filosofía Oriental y Occidental, conferencista, padre de familia, entre muchos otros roles y ocupaciones.

En la solapa de una de sus novelas se lee que fue dirigente estudiantil (presidente de la Asociación de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la USAC), durante los años 1990-1992, un lapso especialmente difícil en el que todavía el Estado contra-insurgente guatemalteco estaba secuestrando y asesinando líderes estudiantiles de la Universidad de San Carlos de Guatemala (como los nueve estudiantes de dicha universidad asesinados a fines de 1989), a pesar de que en dicho período ya se estaba muy cerca de la firma de los “Acuerdos de Paz” en 1996.

A Castañón recién lo “descubrí” hace muy poco tiempo al caer en mis manos tres de sus novelas (“El Espanto de Ixhual”, “Julia” y “Nahual”), y luego de devorarlas en horas nocturnas que me robaron tiempo de mi sagrado sueño, no pude sino sentir admiración por la genialidad y talento literario de este escritor guatemalteco, no sólo por su enorme habilidad para hilvanar historias y narraciones harto complejas, y hacerlo de una manera asombrosamente sencilla y diáfana, sino por su fuerte contenido sociológico y de denuncia, en particular, tomando una posición y compromiso definido ante una lacerante realidad, que al igual que muchas otras partes de América Latina y del Caribe, tiene mucho de rural, de indígena y de rostro femenino e infantil, recordándonos que incluso a estas alturas del siglo XXI, continúa la funesta pervivencia de fuertes resabios coloniales, en sociedades dominadas por estructuras políticas y económicas que producen y reproducen circunstancias que tercamente nos siguen recordando el “Macondo” de Gabriel García Márquez.


E: ¿Dónde nació y creció usted?

AC: En la Ciudad de San Pedro Sacatepéquez, en el departamento de San Marcos, situado en el Occidente de Guatemala. Allí viví mi niñez y adolescencia….y a los quince años emigré a la ciudad capital.

E: ¿Qué experiencias de la vida incidieron de manera decisiva para inclinarlo a usted hacia la creación literaria?

AC: En primer lugar, una infancia llena de aventuras grabadas en mi memoria; en segundo lugar, el deseo de contarlas, pero principalmente, el gusto que se siente cuando uno está escribiendo, es como un elixir…

E: ¿Cómo ha vinculado usted sus estudios de abogacía con la labor creativa o cómo considera usted que han incidido en sus novelas?

AC: Considero que el acceso a las aulas universitarias me permitió conocer algunas técnicas de la comunicación. Así mismo, el estudio de las leyes me permitió conocer los distintos tipos de delitos que se cometen en el agro, sin que nadie diga nada. También otros delitos como el maltrato infantil, el secuestro, la violación, el chantaje etc. Entonces, en mis novelas intento hacer una denuncia…

E: ¿En lo personal como le afectó a usted la guerra interna de Guatemala y cómo incidió en su labor creativa?

AC: Bueno, todos sabemos que la guerra interna en este país fue producto de una gran desigualdad social…y eso nos afectó a la mayoría, porque esa desigualdad detuvo el desarrollo del país. No quedó más remedio que involucrarse, denunciando en las aulas universitarias los atropellos de los poderosos. Luego, a través de periódicos independientes, revistas y boletines…y posteriormente, como en mi caso, a través de la literatura.


E: Yo he leído tres de sus obras (novelas): “El Espanto de Ixhual”, “Julia” y “Nahual”. En todas ellas aparecen de manera reiterada aventuras y desventuras infantiles. De ello deduzco que usted tiene una especial sensibilidad hacia la situación de la niñez desvalida y en riesgo. ¿Es esto así y por qué razones cree usted que ello se refleja en su creación literaria?

AC: En esa novela (“”El Nahual”), que es en realidad un cuento largo, se describen las aventuras de tres niños. Los hechos y circunstancias se entremezclan con la mitología de los pueblos Mayas. Ahí no hay desventuras…excepto por la hija de uno de los personajes principales. Pero si en cambio muchas de estas desventuras infantiles aparecen en “El Espanto de Ixhual”, concretamente en el capítulo del “Hombre sin Cabeza”, donde un padre regala y pierde a varios de sus hijos. Sin embargo, más allá de estas circunstancias trágicas, en esta novela se describe ante todo el origen del Maíz, desde la cosmovisión de la cultura Maya-Mam. Se describen también otro tipo de leyendas, como las hay en muchos pueblos en zonas indígenas de Guatemala.

E: ¿Y en el caso de “Julia”, su otra novela?

AC: Ahora, en “Julia” sí se narran las desventuras y sufrimientos de una niña que es sometida a maltrato infantil. Esta es una denuncia para que talvez algún día en nuestro país podamos proteger de manera efectiva a nuestra niñez…

E: Como lector me llama poderosamente la atención que en las tres novelas mencionadas, se nota una mezcla muy poco común de leyenda folklórica, cuento popular, historia de misterio, denuncia social y esoterismo. ¿Es esto así y cómo es que usted llegó al dominio técnico, estético y narrativo de semejante combinación?

AC: Recuerde usted que en todos los pueblos de Guatemala existen muchas leyendas, y en nuestro caso tenemos una rica cultura folklórica, y aunado a ello, también encontramos que existe una práctica ancestral de una espiritualidad muy mística…entonces hablando literariamente, es sólo cuestión de darle su lugar a cada uno de estos elementos.

E: Por otra parte, también me llama la atención que en sus narraciones usted hilvana magistralmente historias conocidas y de un orden global o universal, con leyendas de aldea originadas quizá en tiempos de la colonia… sino es que mucho antes. Pongo por ejemplo, el caso protagónico en “Nahual”, donde la historia gira en torno a un pequeño núcleo familiar de emigrantes de la Alemania nazi, personajes que en la novela aparentan ser simples ciudadanos alemanes, pero que en realidad buscan refugio político sumiéndose en el anonimato de una pequeña aldea del departamento de San Marcos, en el Occidente de Guatemala.

AC: Esto es real… Recordemos que después de la Segunda Guerra Mundial muchos alemanes nazis, y también no nazis, emigraron a nuestro continente y en el caso de Guatemala, algunos de ellos se asentaron en Cobán (parte norte del país) y en el Occidente.

E: En tal sentido, mi pregunta aquí es la siguiente; ¿Cómo logra usted tejer ambas dimensiones? Quiero decir, el Nazismo y La Segunda Guerra Mundial con su infancia en el pequeño pueblo de San Marcos.

AC: Pues yo considero que se logra hilvanar esa historia porque esencialmente los eventos principales convergen cabalmente en la misma dimensión espacial…

E: Por otra parte, en su narrativa resalta también la combinación de lo esotérico y metafísico, con costumbres y filosofías de vida propias de la antigua cosmogonía de los pueblos mayas, en particular, de la etnia Mam. ¿Cómo y por qué considera usted haber llegado a emplear tal conjunción? ¿Tanta similitud filosófica encuentra usted entre el esoterismo occidental y la ancestral cosmogonía maya?

AC: Efectivamente. Si vemos las religiones comparadas encontramos esa similitud. Recuerde que la cultura Maya la encontramos hasta en el Tíbet. Entonces, en el campo esotérico no hay fronteras. Lo que cambia son las formas, pero el contenido es el mismo.

E: ¿Qué tanto hay de ficción y de realidad en sus historias?

AC: Depende de qué novela estemos hablando. En “Julia” la historia es verídica en un ochenta por ciento… el resto en esa narración es ficción y recurso narrativo. En el caso de “El Nahual”, allí también la historia principal es verídica, aunque allí la carga de ficción es mayor. Y en el caso de “El Espanto de Ixhual”, son narraciones que se han mantenido por tradición oral.

E: ¿Existió en realidad “Julia”, el personaje central en su novela del mismo nombre? ¿Cree usted que la “Colonia” y sus taras ideológicas y sociales todavía nos persiguen a los guatemaltecos a estas alturas del siglo XXI?

AC: Julia en realidad si existe, pero ella prefiere mantenerse en el anonimato. Y en cuanto a su pregunta relativa al llamado “Sistema Colonial”, lamentablemente aún existen resabios en nuestro medio, principalmente en algunas fincas que a estas alturas todavía funcionan como “feudos”.

E: ¿De qué habla su novela “Amor de Otra vida”?

AC: Es una obra inédita todavía. En ella se narra una historia de amor en medio de la guerra insurgente y contra-insurgente que en el pasado reciente se vivió en Guatemala.


E: ¿Es difícil ser escritor, romper el anonimato y vivir del “ocio productivo” en un país como Guatemala?

AC: Sí, es difícil, mayormente cuando no se tienen los galardones de los famosos, y porque también la gente en Guatemala lamentablemente no lee…entonces hay poca demanda de literatura y de libros en general. De allí que cuando los editores reciben trabajos no publicados de autores poco conocidos lo piensan dos veces… y de esa cuenta uno tiene que buscar apoyo y patrocinio por otros medios.


E: ¿Por qué considera usted que se lee tan poco en un país como Guatemala, que cuenta con un Premio Nobel en Literatura? ¿Cómo se podría remediar esa situación y cuál es la responsabilidad del Estado?

AC: En general en este país la gente no lee porque para comenzar, no se les inculca la lectura a los niños y jóvenes… y en eso yo sí veo una clara responsabilidad del Estado guatemalteco. En Guatemala hay buenos escritores que no publican nada, sólo tienen “durmiendo” sus obras y trabajos. Uno esperaría que los gobiernos hicieran algo al respecto.

E: ¿Ha encontrado usted apoyo por parte del Ministerio de Cultura en la difusión de su obra literaria?

AC: No, la verdad es que por lo regular no me acerco a esas instancias…tal vez porque cuando lo hice (hablo ahora del caso particular de la Universidad de San Carlos como la única y principal universidad estatal), en una ocasión en que le presenté una de mis obras a la respectiva editorial, durante un lapso aproximado de dos años me tuvieron en espera (“haciendo cola” como se dice por acá), sin que al final me dieran respuesta alguna… por lo que decidí entonces retirar mi trabajo de dicha entidad y buscar mejor suerte en otra parte.

E: Ajá…ya veo. ¿En qué está usted trabajando en este momento? ¿Tendremos alguna sorpresa literaria de su parte en el futuro cercano?

AC: Actualmente estoy en el proceso de corregir mi siguiente libro, que creo llevará por título “El Poder de los Sacerdotes Mayas”, y si logro obtener el apoyo necesario creo que pronto saldrá a luz.

E: ¿En qué lugares –hablo aquí de países- ha circulado hasta ahora su obra literaria?

AC: En Estados Unidos por ejemplo, donde a través de entidades como la “Organización Cultural Comunitaria Guatemalteca” (OCCG) de Chicago, Illinois, y también en los Ángeles, California, con el respaldo de otra organización de la cual en este momento no recuerdo el nombre, he logrado la difusión parcial de algunas de mis novelas….Y también en algunos países de Europa. En el caso de Guatemala, aquí a lo interno han circulado varias de mis novelas en algunas unidades académicas de la Universidad de San Carlos (USAC), y en ciertos colegios de nuestro medio…lo cual he aprovechado para impartir conferencias respecto al contenido de las narraciones.


E: ¿Algo más por agregar que usted quiera comunicarnos?

AC: Pues invitar a los lectores de su prestigiada revista a que lean nuestras obras… las cuales son sencillas pero con un contenido agradable.


Fin.

----------------
Observación final del entrevistador (Sergio Barrios): Estoy de acuerdo con el noventa y nueve por ciento de lo dicho por mi entrevistado, excepto que su obra sea “sencilla”. Lejos de ello, como se trasluce a lo largo de esta entrevista, la trama narrativa que él emplea en sus novelas es sumamente compleja y además, complicada. Según mi parecer, lo único “sencillo” que hay en su obra es la maestría con la cual logra “desentrañar” la densa maraña de acontecimientos, personajes y puntos de vista subjetivos y socio-culturales que entran en juego. Por lo demás, me parece que nunca podrá ser “sencillo” combinar el suspenso cinematográfico (que abunda en sus novelas), con la cosmogonía ancestral de los pueblos Mayas, la filosofía de múltiples culturas y épocas, con la denuncia social.


Sergio Barrios E. (Sección Kultur-Tulum).
Ciudad de Guatemala, Agosto del 2010.





-------------


EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO (XIII); "SOMA". QUE APARECERÁ EN
EN EL PRÓXIMO MES (SEPTIEMBRE, 2010) EN LA SERIE "PUROS CUENTOS" (9 MIL KILÒMETROS A TRAVÉS DE LA INDIA), CONTINUAMOS CON LA SORPRESA QUE EL ING. NALESH LE DA A SU AMIGO, EL VIAJERO, ANTES DE QUE ESTE PARTA PARA NAGPUR.

martes, 27 de julio de 2010

SERIE PUROS CUENTOS (XII): "COLORES DELICIOSOS"



LEA EN AGOSTO ENTREVISTA CON EL ESCRITOR GUATEMALTECO ARMANDO CASTAÑON.






Kultur - Tulum:



NARRATIVA Y CUENTO CORTO:



De la Serie Puros Cuentos: “9, 760 Kilómetros a través de la India”.



Parte XII:



“COLORES DELICIOSOS”



__ ¿Cómo lo hizo ella?, se escuchó decir al viajero, mientras reflexivo, daba un pequeño sorbo a su humeante café.

__ Son varias cosas juntas, respondió de inmediato su amigo Nalesh, quien lo había llevado y presentado ante la dakini.

__ ¿Cómo cuáles?, preguntó de nuevo el viajero.

__ Dactiloscopia, respondió lacónico Nalesh.

__ ¿Qué es eso?, interrogó el viajero, frunciendo el ceño.

__ Es una facultad que le permite a la persona ver a través de la llema de los dedos, dijo Nalesh.

__ No entiendo como puede darse tal cosa, comentó con extrañeza aquel forastero.

__ Aquí hay mucha gente que puede hacer eso sin mayor problema, contestó Nalesh.

__ Pero no me ha explicado usted todavía como puede verse a través de la punta de los dedos.

__ Es cuestión de entrenamiento. Cualquiera puede lograrlo si tiene disciplina y un buen instructor, se escuchó decir a Nalesh.

El viajero empezaba a impacientarse al notar que su amigo evadía darle una explicación concreta sobre el fenómeno. Ya él venía precisamente de Prasanthi, el ashram de Sai donde había podido observar como el gurú expulsaba ceniza por la punta de los dedos. Y ahora regresaba de nuevo a Madrás para observar esto otro.

__Me siento un poco cansado, quiero regresar ahora a mi hotel para descansar un momento, dijo el viajero, empleando un tono poco usual en él.

__ No hay nada misterioso en este asunto, dijo de inmediato Nalesh. De hecho, hace muy pocos meses los científicos holandeses descubrieron la existencia de un grupo de células especiales que habitan en el cuerpo humano. Es un tipo especial de células, mejor dicho, corresponden a la categoría de los llamados neurotransmisores, dijo aquel hombre, con su acostumbrado tono cientifista.

__ ¿Neurotransmisores?, alcanzó el viajero a preguntar.

__ Se trata de un grupo de células que poseen información biográfica. Descubrieron además que este tipo de células se encuentra esparcido por distintas zonas del cuerpo, muchas de ellas bastante alejadas del cerebro, dijo Nalesh.

Al oír estas palabras de inmediato el viajero expandió sus pupilas atragantándose con un sorbo de café que bebía en ese instante. Su cansancio pareció difuminarse de inmediato.

__ Ya entiendo mejor. Este fenómeno tiene que ver con la sinestesia, ¿no es cierto?, preguntó el viajero.

__ Exacto. Hay gente que puede saborear la música y oler los colores, respondió Nalesh.

__ ¿Extrapolación funcional de los sentidos?, interrogó el viajero a su amigo.

__ Así es. Esto recién es descubierto en Occidente, pero para nosotros en la India lo conocemos desde hace miles de años, respondió Nalesh.

__ Imagino que el yoga a de tener algo que ver con esto, ¿verdad?, dijo el viajero.

__ Aquí tenemos muchas formas y técnicas de yoga. No es sólo una misma cosa como erróneamente creen ustedes en Occidente. Existe kriga-yoga, hata-yoga, laya-yoga, anapanasati-yoga, kundalini-yoga y varias centenas más de yogas, todo depende que aspecto desees desarrollar, dijo Nalesh.

__ A esas alturas los ojos del viajero recobraron su brillo y su cansancio parecía desvanecido mágicamente.

__ ¿Qué tiene que hacer mañana por la tarde?, preguntó el viajero a su amigo.

__ Estaré ocupado en una conferencia en el Colegio de Ingenieros, pero puedo hacer cambios de última hora, contestó Nalesh.

__ Se me terminó el tiempo que tenía programado para estar aquí en Madrás. Debo salir en un par de días rumbo hacia Nagpur, se escuchó decir al viajero, mientras consultaba su bitácora de viaje, un pequeño cuaderno azul.

__ ¡Nagpur!, ¡Nagpur! ¡La gran Nagpur. El corazón geográfico y cultural de la India!, exclamó Nalesh.

__ ¿Hay alguien más que usted considere que podría ser interesante que yo conozca antes de irme de aquí?, preguntó el viajero.

__ Llámeme dentro de un par de horas y le tendré algo concreto. Quizá mañana le podré ofrecer una buena sorpresa, para que usted se lleve un inolvidable recuerdo de esta ciudad, le contestó Nalesh, mientras dibujaba una discreta y misteriosa sonrisa en su rostro.

Fin/



Sergio Barrios E.


sábado, 26 de junio de 2010

SERIE: PUROS CUENTOS : PARTE XI: "LA DAKINI"

kultur-Tulum:




NARRATIVA Y CUENTO CORTO:






De la Serie Puros Cuentos: “9, 760 Kilómetros a través de la India”.





Parte XI:




“LA DAKINI”





__ Espero que todo haya salido bien en su viaje a Puthapharti, se escuchó decir a Nalesh por el hilo telefónico.


__ Así es, todo está bien, gracias. Ya estoy de regreso en Madrás…, de hecho, recién estoy entrando en estos momentos a mi hotel, y ahora le llamo para confirmar la cita que tenemos usted y yo en un par de horas, contestó el viajero.


__ Me temo que será un poco difícil esta tarde, pues como ya te habrás podido dar cuenta, esta fuerte tormenta que está cayendo sobre la ciudad no amaina y creo que continuará así toda la tarde…, dijo Nalesh.


__ ¿Qué sugiere usted?, contestó de inmediato el viajero.


__ Te propongo que pasemos la cita para mañana un par de horas más temprano, pues me gustaría prepararte una pequeña sorpresa, dijo Nalesh.


__ Está bien, de acuerdo. Quedamos entonces a las dos de la tarde, en el mismo sitio ¿verdad?, preguntó a su amigo Nalesh.


__ Correcto. En el mismo lugar, contestó en tono lacónico y amable.



El tiempo que siempre pasa volando para los viajeros compulsivos, transcurrió otra vez como una veloz tromba, y pronto llegó de nuevo la hora del reencuentro con el amigo Nalesh, casi veinticuatro horas después de haber hablado por teléfono con él. Tal y como habían acordado, se reunieron en un amplio e iluminado restaurante muy cerca del edificio municipal, en el centro del la ciudad. Allí permanecieron casi una hora charlando y contándose anécdotas. El viajero daba detalles a su amigo de sus impresiones y experiencias en Prasanti Nilayam, hasta que al cabo de cierto tiempo Nalesh le interrumpió y consultando su reloj le dijo a su amigo:


__ Muy bien. Debemos irnos en este momento. Deseo presentarte a una persona que estoy segura te interesará bastante.


__ Como usted diga, fue todo lo que alcanzó a contestar el viajero, mientras se apresuraba a pedir la cuenta, levantándose de aquella mesa con cierta prisa.



Los dos hombres salieron a paso apresurado de aquel lugar y se dirigieron al parqueo del establecimiento, en busca del auto de Nalesh. En pocos minutos se encontraban atravesando una buena parte de la ciudad, hasta llegar a una de sus periferias, una extensa área boscosa que de inmediato el viajero reconoció estaba a muy poca distancia de Adyar, la famosa quinta donde Krishnamurti había vivido una buena parte de su niñez y adolescencia.


Nalesh condujo su vehículo por una estrecha y larga senda sin asfalto, compuesta por dos enormes hileras de frondosos y elevados árboles que flanqueaban en línea paralela el angosto camino de tierra. No había casas ni gente y todo parecía estar dominado por el fresco verdor de la naturaleza. Luego de que hubo transcurrido cierto tiempo, quizá unos quince minutos yendo a prudente velocidad, finalmente llegaron hasta el final del sendero, que terminaba justo en el jardín frontal de una enorme y muy antigua casa de madera.


Dejaron el auto en la entrada del jardín y caminaron hacia la puerta principal de aquella mansión, para hacerse anunciar con los tañidos de una campana de regular tamaño, que colgaba muy cerca de la entrada principal.


Muy pronto apareció una mujer de mediana edad ataviada con un hermoso sari, cuyos pliegues y grandes partes abiertas ponían al descubierto una oscura y tersa piel, que resaltaba la elegancia natural de un cuerpo esbelto y erguido. Tras un breve saludo gestual la mujer hizo pasar al viajero y a su amigo al interior de la una enorme sala de estar, que de inmediato llamaba la atención por su escaso mobiliario, y por estar dominada por una llamativa decoración en el piso, compuesta por una enorme y auténtica piel de tigre, colocada justamente en el centro de la sala.


Casi de inmediato aquella anfitriona se escurrió silenciosamente por uno de los pasillos interiores de la casa, y rápidamente regresó a la sala donde la esperaban sus visitantes, portando en las manos un par de almohadones grandes y un juego de candelas de incienso de sándalo, poniendo todo ello de inmediato en el centro de aquella enorme alfombra zoomorfa.


Mientras la mujer encendía las velas y distribuía los almohadones en puntos separados de la alfombra, intercambiaba ciertas palabras en urdu con Nalesh, mientras el viajero escuchaba con atención intentando entender algo, sin atinar a descifrar en lo absoluto nada de lo que oía.

Con una de sus manos Nalesh hizo un gesto a su amigo invitándolo a que se sentara y acomodara en uno de los almohadones, mientras el hacía lo mismo, no sin antes haberse removido los zapatos, cosa que de inmediato imito el viajero.


Mientras tanto la anfitriona volvió a retirarse por unos instantes hacia una de las habitaciones de la casa, y pasados unos minutos regresó portando un enorme y pesado reptil en sus brazos, el cual venía enroscado como si se tratara de una pesada rueda de automóvil.


Al ver que la mujer se acercaba lentamente hasta donde ellos estaban sentados, el viajero se sobresaltó e intentó levantarse de inmediato, pero Nalesh le hizo un ademán indicándole que guardara la calma, que nada malo le iba a ocurrir.


En completo silencio la anfitriona removió los zapatos de sus pies y se sentó en posición de yoga sobre la alfombra, a una cierta distancia de sus dos visitantes. Con sumo cuidado depositó sobre su regazo aquella pesada rueda de oscura y escamosa piel, y cuando tuvo sus dos manos libres sacó del interior de su sari un par de pequeños címbalos unidos entre sí por una delgada cuerda de cuero, y de inmediato los chocó suave y repetidamente el uno contra el otro, produciendo un extraño pero agradable tañido, cuya agudeza inundó toda la sala.


Poco a poco la enorme serpiente fue desperezándose, y con mucho tacto empezó a subir por las piernas y el tronco del cuerpo de su ama. La mujer entonces dejó a un lado su instrumento musical y cerrando sus ojos se puso a meditar, mientras aquel animal se enroscaba y subía suavemente hacia el cuello de la anfitriona.


Sin alarmarse pero con mucha delicadeza, la mujer aflojó un poco la presión que el animal estaba ejerciendo sobre su garganta, y sin abrir los ojos, acarició con sus dedos la cabeza del reptil, quien de inmediato reaccionó subiendo y deslizándose lentamente hacia el rostro de la mujer, hasta situarse justo enfrente del entrecejo de ella, en mitad de la frente, tocándola suavemente con su pequeña boca, cosa que aquel animal realizó varias veces y sin ninguna prisa.


En ese trance estuvieron la mujer y la serpiente durante varios minutos, los cuales al viajero se le antojaron siglos, pues estaba realmente muy asustado con todo aquello. Nalesh mientras tanto observaba con suma atención sin que aquella escena realmente le alterara en lo más mínimo, como si estuviese acostumbrado a ello.


En determinado momento la mujer retiró muy delicadamente a su mascota, tomándola de una porción muy cerca de su cabeza, hasta que logró que el reptil volviese a su posición original, como disponiéndose a continuar durmiendo. Casi de inmediato, la mujer abandonó su posición de yoga y poniéndose de pie se acercó a su amigo Nalesh y le susurró algo al oído. Él entonces tradujo aquellas palabras del urdú y le dijo al viajero:


__ Mi amiga dice que no tengas miedo. Quiere enseñarte algo pero que antes debes cerrar tus ojos, respirar profundo y poner tu espalda completamente vertical, como si estuvieses meditando.



Sin decir absolutamente nada, el viajero obedeció de inmediato, y a continuación sintió que su anfitriona se acercó hasta donde estaba él. Se percató que ella se había sentado justo en frente, tan cerca que incluso pudo sentir la respiración de la dama. Casi de inmediato sintió en la frente la punta de un dedo presionándole suavemente la pequeña zona del entrecejo, quizá un par de centímetros arriba de la raíz de sus fosas nasales.


La anfitriona repitió varias veces esa sencilla y extraña operación sobre la frente de su visitante, y luego susurró algo a Nalesh, quien de inmediato se dirigió a su amigo.


__ Ella dice que debes mantener los ojos cerrados y de este momento en adelante, cada vez que ella te toque la frente con la punta de su dedo, debes decirme en voz alta, el color que estés viendo en tu interior, dijo Nalesh al viajero.



Por unos segundos se hizo un completo silencio en aquel ambiente, y a continuación la mujer tocó de nuevo la frente del amigo de Nalesh. De inmediato aquel hombre dijo:


__ Veo una mancha verde que gira enfrente de mí.

Nalesh le tradujo a su amiga y de inmediato ella tiró hacia el suelo el pequeño trozo de tela que tenía entre sus dedos. A continuación sacó del interior de su sari otra pieza de tela, esta vez de un color distinto, y mientras la sostenía con una mano, con la otra tocó de nuevo la frente de su visitante, y éste dijo;

__ Amarillo.

La mujer soltó hacia el suelo nuevamente la delgada tira de tela y sacando una tercera, esta vez de color rojo, posó de nuevo la punta de su dedo índice en la misma zona corporal de aquel hombre, y de inmediato se le escuchó decir;

__ Rojo.

En ese momento, la mujer pidió a su amigo Nalesh que indicara a su amigo que abriera los ojos, cosa que este hizo rápidamente, y entonces ella abrió los puños que aquel hombre tenía fuertemente cerrados sobre su regazo, y sin decirle nada le colocó entre los dedos los tres pedazos de tela.

Con ojos desorbitados, el viajero descubrió rápidamente que el color de estos se correspondían exactamente con los que él había observado en su interior.

La mujer sonrió y poniéndose de pie se despidió amablemente de los dos hombres, dirigiéndose de nuevo hacia las habitaciones interiores de aquella casa.

Ya estando en el auto de Nalesh a punto de partir de regreso al centro de Madrás, el viajero rompió su silencio y se escuchó preguntarle a su amigo;

__ ¿Cómo se explica esa experiencia?

__ Piensa un momento por ti mismo y trata de encontrarla por mera intuición. En Cuanto lleguemos a tu hotel te daré un par de explicaciones al respecto.



Fin/



Sergio Barrios E.

viernes, 21 de mayo de 2010

Serie: Puros Cuentos: Parte X: "La Vida en Prasanthi Nilayam"


Nueve mil setecientos kilómetros a través de la India


Serie Puros Cuentos


Parte X



“La vida en Prasanthi Nilayam”



__ No creo que exista un lugar como este en ninguna otra parte del mundo, dijo Roberto, con voz serena y pausada, mientras degustaba un sorbo de café espeso y humeante.

__No lo dudo, respondió el viajero, concentrado en manipular su cámara digital en busca de algunas imágenes que había grabado ese día por la mañana.

__ ¿Qué busca?, le preguntó su amigo, mientras fruncía el ceño.

__ ¡Aquí está! ¡Ya lo tengo!, exclamó el viajero, mostrándole a Roberto una secuencia de fotos.

__ Ummm..., veamos, el hospital, la universidad, el museo, las imprentas…de nuevo el hospital, el árbol de la meditación…de nuevo la universidad…vaya, veo que hoy recorrió buena parte del ashram, murmuró aquel hombre que ya acostumbraba a ver el monasterio como su propia casa.

Para Roberto era evidente que el viajero había quedado muy impresionado por el hospital, pues abundaban las fotos sobre distintos ángulos de aquel inmenso edificio. Por ello, su siguiente comentario emergió de una manera bastante natural.

__ Veo que le ha impresionado mucho el hospital ¿No es así?, dijo con cierto brillo de orgullo reflejado en los ojos.

__ Así es. Es de proporciones colosales. Jamás en mi vida había visto unas instalaciones tan enormes para un hospital, dijo el viajero, denotando asombro y sinceridad en sus palabras.

__ Veo que todas las tomas de su cámara son externas. De haber usted logrado entrar se hubiera quedado todavía más impresionado. Adentro hay equipo quirúrgico de primera generación, todo o casi todo donado desde Estados Unidos y Europa, se escuchó decir a Roberto.

__ ¿Y el personal médico y paramédico?, interrogó el viajero.

__ También es en gran parte foráneo. Hay mucho especialista de primera línea en el campo de la medicina, aunque ellos sólo vienen por períodos cortos de tiempo y no cobran un centavo, respondió Roberto.

__ Alguien me explico que los internos tampoco pagan nada. ¿Es eso cierto? preguntó el viajero.

__ En efecto. Aquí viene la gente más pobre de entre los pobres de la India. Pasa exactamente lo mismo con la universidad, que no les cuesta un solo centavo a los estudiantes, pero estos deben tener un alto rendimiento académico y ser de muy extrema pobreza… son los dos requisitos principales, dijo Roberto.

__ Con toda franqueza, espero usted no se moleste con lo que voy a decirle, pero me parece que más que lo meramente religioso, son este tipo de cosas sociales las que en realidad le atraen a usted de Prasanti… ¿No es cierto?, preguntó el viajero, mientras miraba fijamente a través de los gruesos vidrios de los lentes de su interlocutor.

__ Así es mi amigo. Y creo que usted anda en las mismas que yo. Intereses sociológicos más que metafísicos… ¿verdad?, se escuchó responder a Roberto, devolviéndole la pelota al campo de su amigo con una discreta sonrisa apenas imperceptible.

__ Si, así es. A mi no me interesa averiguar si Sai Baba es un dios, un mago o si es la misma reencarnación de Buda. Me interesa el impresionante trabajo social y humanitario que bulle en este lugar, donde parece que las leyes monetarias del capitalismo se rompen en mil pedazos, y los ricos del mundo se vuelven socialistas…aunque sea por breves momentos y con una ínfima porción de su dinero. Tal y como usted dice, esto no existe en ningún otro lugar… se escuchó responder al viajero.

__ ¡Cierto!, exclamó Roberto, con marcado y entusiasta énfasis, como si de pronto recordara algo que de tan familiar empezaba a olvidar.

__ Es más, aquí hasta se dan el lujo de atender a uno que otro sudamericano de clase media, como ocurre con Mario y Luisa, dijo el viajero.

__ ¿Quiénes son ellos?, preguntó con extrañeza Roberto.

__ Mario es un muchacho argentino que recién conocí el día que llegué al apartamento colectivo que me asignaron al registrarme en la entrada del ashram. A él, según me contó el primer día que platicamos, los médicos de su país lo desahuciaron. Tiene destrozada la columna vertebral producto de un grave accidente automovilístico que sufrió en Buenos Aires. Me contó que vino acá hace cuatro años – prosiguió explicando el viajero-, acompañado de sus padres. Desde entonces Mario espera que Sai Baba lo reciba, pues cree que mediante un milagro él puede devolverle las capacidades motrices a sus piernas.

__ Muy triste ese caso, alcanzó a balbucear escuetamente Roberto.

__Si, indudablemente. Desde que yo llegué aquí y me instalé en el apartamento donde esta él, todas las madrugadas, cuando me estoy preparando para salir hacia el Darshan de las 5, Mario se despierta y oigo que me dice; “Che, te deseo suerte. Si acaso Sai se te cruza por el camino, contale acerca de mi, oíste”. Y entonces yo le respondo: ¿Por qué mejor no te venís conmigo? Yo te llevo en la silla, no hay problema.

__ ¿Y qué le responde él?, interrogó Roberto.

__ Nada. No me responde nada. Solo se le humedecen sus ojos claros. Entiendo que él está agotado o quizá frustrado con tantos años de espera inútil.

Al oír estas palabras, aquel hombre de edad madura se llevó una mano hacia la pequeña bolsa de su camisa, y mientras sacaba una pluma y un diminuto pedazo de papel, se dirigió al viajero y con un extraño tono de voz le dijo al viajero:

__ Necesito que me de todos los detalles acerca de ese muchacho. Veré que puedo hacer por él. Y respecto a la otra persona…

__ Se llama Luisa, es una chilena, se apresuró a responder el viajero.

__ ¿Quién es ella?, preguntó Roberto.

__ La conocí apenas ayer por la tarde, mientras cenaba en uno de los comedores donde sirven los platillos tradicionales, la comida local. Yo tenía poco tiempo de haber empezado a comer, cuando de pronto escuché detrás de mí, las voces de un par de mujeres que hablaban muy claramente en castellano. Eso de inmediato me llamó poderosamente y cuando volví la cabeza para ver hacia atrás, me percaté de que ellas me estaban observando con igual curiosidad, como intentando adivinar mi nacionalidad o algo parecido, dijo el viajero.

__ ¿Ellas también llevan años de permanecer aquí?, preguntó Roberto.

__ No, según me contaron llevan únicamente pocos meses de estancia en Prasanthi. Una de las dos mujeres, la que dijo llamarse Luisa, me contó que en Chile los médicos le detectaron un cáncer pulmonar en estado muy avanzado, y que le habían diagnosticado poco tiempo de vida, explicó el viajero.

__ Ya veo, también le voy a pedir los datos específicos que ella pudiese haberle dado a usted, se escuchó decir a Roberto.

Por unos instantes se hizo un breve e involuntario silencio entre aquellos dos hombres que ocupaban una mesa de aquel restaurante, que a esa hora lucía semi-vacío. Eran aproximadamente las 6:30 de la tarde. Afuera la luz solar empezaba a ceder su lugar a las primeras sombras de la noche que recién nacía. Pese a ello, la temperatura ambiente al final de la tarde seguía siendo en ese lugar un tanto alta, produciendo un calor húmedo que hacía sudar a con gran facilidad.

__ Usted me cae muy bien. Debería quedarse más tiempo, se escuchó decir de pronto a Roberto, rompiendo el silencio. Aquí usted con sus conocimientos podría ser de gran ayuda.

__ Gracias por esa opinión, respondió de inmediato el viajero y prosiguió su argumentación. A mí en lo personal me gustaría algo así pero debo de partir mañana mismo al caer la tarde. Salgo de nuevo hacia Madrás, donde me esperan este próximo martes. Y luego debo de subir nuevamente otros 1500 kilómetros, para llegar a Nagpur, el corazón de la India, en donde me espera mi amigo Pakrash. Una semana después salgo desde allí hacia el nor-oeste, otros 1,300 kilómetros, para llegar Varanasi, donde me darán algunas entrevistas en la universidad.

__ Es una lástima. ¿Y si regresa de nuevo acá al terminar sus compromisos en Varanasi?, se escuchó decir a Roberto, en voz muy baja, casi imperceptible.

__ Eso es muy difícil, respondió de inmediato el viajero, empleando un tono amable, para no parecer arrogante. Primero porque desde Varanasi debo de cruzar luego hacia Sonauli, pasando la frontera para llegar del lado nepalés, hasta alcanzar por tierra la ciudad de Katmandú, la capital. Y segundo, por la sencilla razón de que volver aquí significaría prácticamente volver a atravesar toda la India de Norte a Sur, casi hasta el extremo de la punta sur-central donde ahora estamos. Estamos hablando de casi tres mil kilómetros, sólo de regreso, sin contar los que ahora tengo que recorrer para llegar hasta arriba, a Nepal.

__ Entiendo, el dinero es siempre un factor a tomar en cuenta, dijo Roberto, en tono condescendiente.

__ Así es. Y no se trata sólo de dinero. Aún cuando tuviera el suficiente para comprarme un boleto de avión y regresar aquí de una manera más directa y rápida, no tengo el tiempo necesario para poder hacerlo. Debo de regresar a mi casa, en América Central, donde me esperan tras casi un par de años de ausencia.

__ ¡Comprendo perfectamente!, dijo Roberto. Su vida me recuerda la mía. Cuando yo tenía su edad me pasaba algo muy similar. Me costaba mucho variar mis planes pre-concebidos. Sufría mucho con cualquier cambio, por milimétrica que fuera la variación. Pero el tiempo le va enseñando a uno y poco a poco se va aprendiendo…dijo Roberto, imprimiéndole a sus palabras un extraño tono de voz.

¿Aprendiendo uno?, interrogó el viajero, quien esta vez era él quien no comprendía bien.

__ Quiero decir, los planes que uno hace son fijos, pero resulta que la vida es en sí misma algo fluido, y no siempre ella respeta las rigideces que nosotros nos auto-imponemos. La vida es aleatoria, no es unidireccional, y en cambio nuestros planes normalmente si lo son…ese es el problema, dijo aquel hombre de cabellos profundamente plateados.



Fin-


Sergio Barrios E. /





sábado, 24 de abril de 2010

"9,760 KILOMTROS A TRAVÈS DE LA INDIA: SERIE PUROS CUENTOS: PARTE IX: "SAI, EL GRAN MAGO"

SERIE PUROS CUENTOS:
"9,760 KILÒMETROS A TRAVÈS DE LA INDIA"
PARTE IX: "SAI, EL GRAN MAGO"


“Sai, el “Gran Mago”




Visto a tan corta distancia, al viajero no le parecía que su famoso anfitrión fuese un hombre tan alto, tal y como se dejaba ver en las diversas fotografías publicadas en portadas de muchos libros. En medio de aquellas miles de almas de todas las edades y nacionalidades, que sentadas en el suelo en posición de yoga parecían haber caído en una especie de trance hipnótico colectivo, se habría paso aquel hombre de túnica naranja, piel de un cobrizo oscuro, más oscura que cobriza, con su nariz y demás rasgos faciales africanizados, y con su estrafalario y abombado pelo negro.

Aquella madrugada el viajero permanecía sentado en posición de yogui en aquel resplandeciente y frío piso, calmado e imperturbable, con los ojos muy abiertos, viendo toda la escena en aquel enorme salón semi-cerrado, observando con disimulo y suma atención hacia diferentes ángulos, como si estuviese filmando todo con una invisible cámara de video. Procuraba que no se le escapara ningún detalle, pues sabía que aquellas imágenes pasarían muchos años grabadas en su retina o mejor dicho, en su memoria.

Su anfitrión caminaba con cierta dificultad entre la gente, pese a que unos pasadizos casi invisibles, apenas señalizados por unas tenues y discretas líneas marcadas en el piso, le indicaban por donde podía pasar. Al parecer, el “Darshan” o la ceremonia devocional como le llaman los hindúes, estaba por empezar, pues de pronto el gran santón apresuró su paso, mientras estiraba sus brazos para tomar entre sus manos numerosas cartas que las gentes le entregaban de manera apresurada, antes de que él se desvaneciera de su presencia. Sin saber bajo que criterio de selección, él recibía solamente algunas mientras otras cartas las ignoraba totalmente, dejando a la gente con el brazo extendido en el aire y una manifiesta expresión de frustración y llanto en el rostro.

De pronto el viajero observó que aquel hombre se encaminaba directamente hacia el área donde él estaba sentado. Petrificó entonces todos sus músculos y agudizó la mirada, en una actitud muy parecida a la que asumían los cazadores primitivos en espera de un tigre en aproximación hacia la cueva.

En cuestión de segundos aquel hombre venerado estaba casi frente a él, a una distancia no mayor de un metro y medio. Detuvo su apresurado caminar justo frente a una línea de devotas mujeres hindúes, que se hallaban sentadas muy cerca del viajero, con quienes rozaba casi codo con codo. Al tenerlo tan cerca, aquellas mujeres se dejaron caer abruptamente sobre sus desnudos pies, intentando besarlos. El santón de inmediato se echó para atrás, retirando lo más que pudo sus piernas, y con manifiesto malestar repitió varias veces la palabra “Nei”.

Se escucharon entonces claramente varios No, en hindi o en urdu. Aquellas mujeres sintiéndose regañadas retiraron de inmediato sus manos, y enderezaron de nuevo sus columnas vertebrales. El viajero filmaba todo con sus retinas muy abiertas, y pronto se percató que el santón no lo había visto, o al menos había hecho como si no lo había visto, lo cual le devolvió la calma necesaria para observar con atención.

El santón estaba por alejarse del sitio pero al ver que aquellas mujeres inclinaban levemente sus cabezas hacia el suelo, extendió sus brazos y puso sus manos muy cerca de la coronilla de la cabeza en dos de ellas, y con la palma orientada hacia abajo, empezó a frotar suave pero rápidamente sus dedos, con un movimiento muy parecido al de un habilidoso cajero bancario que cuenta billetes. El viajero puso sus ojos en “zoom-in” como dicen los camarógrafos, cuando éstos van a enfocar un punto muy preciso.

De inmediato pudo observar algo que le pareció un tanto extraño: de las puntas de aquellos morenos y largos dedos, en ambas manos, salía una fina arenilla o ceniza color gris, que silenciosamente caía sobre la cabeza de las dos devotas, mientras algunos residuos adicionales caían sobre el piso.

Las demás mujeres que estaban muy próximas a las féminas afortunadas, se abalanzaron de nuevo hacia el suelo, pero esta vez no para besar los pies desnudos de su gurú, sino para intentar recoger entre sus manos un poco de aquella rara y arenosa sustancia.

Como un rayo que llega y desaparece, así se alejó el anfitrión por entre la gente. Mientras tanto, las bocinas seguían esparciendo la suave música devocional con el dulce sonido de cítaras, címbalos y flautas, bañando todas las avenidas y edificios de apartamentos en el extenso Prasanti Nilayam.

Pocos instantes después bajaron el volumen de los altoparlantes, que estaban estratégicamente dispersos por todas las áreas de edificios de aquella ciudadela-monasterio, por lo que era evidente que el anfitrión iba a empezar su “sermón matinal”. A mis espaldas, a unos cien metros de distancia, estaba la puerta principal de aquel inmenso salón sin muros, situado aproximadamente en la parte central de las extensas hectáreas que conforman Prasanti. El viajero giró su cabeza en un ángulo de 180 grados, y pudo observar que en ese preciso instante, un numeroso grupo de visitantes con inconfundible apariencia de norteamericanos, hombres y mujeres de diversas edades, estaba haciendo su ingreso al lugar.

Vio entonces como aquella comitiva pasaba en forma ordenada y respetuosa, a través del arco electrónico detector de armas, metales y video-cámaras. Los que habían pasado antes pronto removieron sus zapatos y los colocaron en los casilleros de madera que aún estaban vacíos. Los que llevaban cámaras digitales tuvieron que exponerlas ante un detector especial, pero al igual que a todos los demás concurrentes al Darshan, de todos modos a ellos tampoco les permitieron hacerlas ingresar.


__Algo que pudo ser muy grave sucedió aquí hace algunas noches. Te contaré esta tarde cuando bajemos al pueblito, le dijo Roberto, el nuevo amigo del viajero, cuando estos se encontraron en la puerta electrónica del gran salón, al nomás terminar el Darshan, poco antes de las siete de la mañana.

__ Observé anoche alguna gente que intentaba pasar desapercibida, pero me di cuenta que estaban armados, tenían varios jeeps y radio-comunicadores, le contestó el viajero.

__ Desde que llegué aquí hace más de cuatro años es la primera vez que pasa esto, pero no te preocupes, ya todo se normalizara, contestó aquel hombre de edad madura y voz serena, ex funcionario de una agencia de Naciones Unidas en Delhi, y quien había dedicado toda su vida profesional al trabajo con los infantes y adolescentes.

__ OK, quedamos entonces en el “Om”, dijo el viajero.
__ Exacto. Ese lugar me gusta. Allí te espero con mi taza de café, a las 5 en punto, contestó aquel huésped, mientras apresuradamente se dirigía a su tarea cotidiana de lavar platos, en una de las enormes cocinas colectivas donde hacía su voluntariado.


Fin/