martes, 27 de octubre de 2009

9, 760 kILÌOMETROS A TRAVES DE LA INDIA - Serie : Puros Cuentos (Parte III)





NUEVE MIL SETECIENTOS SESENTA KILÒMETROS A TRAVÈS DE LA INDIA




SERIE "PUROS CUENTOS"



Parte III





Connaught Place


De la Serie “PUROS CUENTOS”



“Nueve Mil setecientos kilómetros a través de la India”



(Parte III)




CONNAUGHT PLACE




__Bajando aquí las gradas, a través del sub-way, llegamos rápido al otro lado de la autopista, allí donde está la otra librería con el tipo de libros que usted anda buscando…dijo la mujer, mientras miraba de reojo al hombre que la acompañaba, un tipo alto, delgado, de tez morena clara y de aspecto algo lúgubre, que no hablaba nada de inglés y además, no infundía mucha confianza en aquel viajero que escuchaba con cierta incómoda amabilidad.

Luego de decir esas palabras, aquella mujer de baja estatura, complexión algo fuerte, vestida con el tradicional sari de las mujeres hindúes, señaló hacia la entrada de aquel subterráneo pasadizo urbano, que su parte externa y superior soportaba el paso y el peso de un abundante tráfico vehicular que circulaba a gran velocidad.

Cuando el viajero puso atención por vez primera a la boca oscura que conducía hacia las entrañas del pasadizo, sintió un leve escalofrío que le recorrió la espalda, y de súbito captó las verdaderas intenciones de aquella extraña pareja que minutos antes había conocido en la puerta principal de la oficina central de correos.

La mujer insistió un par de veces más, pero al darse cuenta que el viajero sospechaba algún atraco, disimuló su interés cambiando de tema.

__Bueno, está bien. Nos gustaría conocer tu hotel. ¿Está muy lejos de aquí?, preguntó ella, mientras el hombre que la acompañaba se alejaba un par de pasos, en una actitud que denotaba nerviosismo, impaciencia y algo de malestar.

Solamente en ese instante el viajero pudo percatarse de que en realidad se encontraban de pie sobre la acera, a muy pocos paso justo en frente de la puerta principal de su hotel, la cual reconoció de inmediato por las empinadas gradas que debían subirse para poder ingresar a través del segundo piso.

__Está muy lejos de aquí. Será mejor que regresemos a la oficina de correos, pues quiero comprar otras postales, se escuchó decir al viajero, mientras con disimulo observaba de reojo el rótulo de gas neón que colgaba arriba sobre sus cabezas, y que en grandes letras color azul y fondo blanco anunciaban el nombre; Hotel Bright.

Muy pronto, el viajero pudo finalmente deshacerse de aquella pareja, no sin antes dar gracias nuevamente al tipo de sueños como el que apenas horas antes había tenido, pues siempre le habían servido de advertencias ante peligros por ocurrir.

A eso del mediodía, el viajero había explorado una gran parte de la extensa zona de Connaught Place, con su abundante cantidad de ambientes formados por numerosos bloques de edificios construidos y situados en forma de media luna, como un enorme coliseo con círculos concéntricos que terminan en un punto central. Cada “anillo” o sección por decirlo de alguna manera, es considerado y llamado “bloque”, y se diferencia de los demás por estar marcado con una letra específica del alfabeto castellano.

Esta área empezó a ser construida durante los años treinta del siglo pasado, y en época dorada fue considerada como la zona comercial, de servicios y diversión más moderna de Delhi, donde gente de clase media alta y baja se juntaba a comprar un auto, comer un helado, ver la más reciente película de Bollywood, o simplemente a comer comida chatarra de una famosa cadena mundial de restaurantes.

Luego de librarse de un molesto conductor de un triciclo transportador de pasajeros, que había perseguido al viajero por más de un cuarto de hora, siguiéndolo por varias cuadras consecutivas e invitándolo infructuosamente a subirse, el visitante paró en seco y le dijo a aquel insistente trabajador; “Nei, nei, nei, nei”.

__ ¿Por qué no?, insistió el hombre.
__ Porque no voy a ningún lado en este momento, contestó el viajero.
__ No importa, yo lo quiero llevar, dijo aquel tenaz hindú.
__ ¿Pero a dónde me va a llevar?, Yo ahorita no quiero salir de aquí, volvió a decir el viajero.
__ No importa. Yo lo llevo, insistió el hombre, apresurando la velocidad de su triciclo que se desplazaba a muy corta distancia del cliente potencial.
__ Nei, nei, nei, nei, nei. ¿No sabe lo que significa nei?, dijo el viajero, deteniendo en seco nuevamente su rápido caminar.

Por fin el viajero encontró un pequeño parqueo atestado con vehículos y se metió entre los autos, de tal forma que el hombre del triciclo ya no pudo seguirlo. Una hora después buscó un rickshaw, que es una especie moto-taxi, con el cual se dirigió a toda velocidad hacia la universidad de Delhi, en un sector muy alejado de donde estaba.

Como un bólido la moto-taxi se desplazó por entre centenares de carros, motos, autobuses y otros rickshaws, hasta que media hora después, cuando faltaban pocas cuadras para llegar a la universidad, un molesto atasco vehicular los detuvo en un cruce de avenidas. Durante varios minutos el tránsito vehicular por aquel lugar se desplazaba a vuelta de rueda, hasta que finalmente la moto-taxi que llevaba al viajero se acercó hasta el punto crítico donde estaba el obstáculo, y para su asombro, descubrió que se trataba de un enorme búfalo de piel muy oscura y enormes ojos negros y brillantes.

El cuadrúpedo aquel estaba echado justamente en el centro donde convergían las cuatro calles anchas. Con una enorme indiferencia observaba aquél caótico tránsito, que por diversos flancos le pasaba rozando el cuerpo. Al parecer, ni el elevado volumen de las bocinas y ni la estridente música de pop hindú que escupían los autobuses que pasaban por allí, parecían molestarle a aquel animal enemigo declarado de la modernidad.


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Parte IV: La universidad de Delhi y la búsqueda del profesor Goel.