domingo, 19 de septiembre de 2010

NARRATIVA Y CUENTO CORTO: De la Serie Puros Cuentos: “9, 760 Kilómetros a través de la India”. Parte XIII: “SOMA”

Kultur - Tulum:


NARRATIVA Y CUENTO CORTO:

De la Serie Puros Cuentos: “9, 760 Kilómetros a través de la India”.



Parte XIII:




“SOMA”


Pocas horas antes de partir en tren hacia la ciudad de Nagpur, la próxima escala de su exploración en la India, el viajero es invitado por su amigo Nalesh, a participar de un ejercicio especial de entrenamiento cognitivo, el cual se llevaba a cabo por un grupo de adolescentes bajo la instrucción de su profesor-gurú.

Nalesh condujo a su amigo al interior de un gimnasio escolar de regulares proporciones. Lo primero que se observaba aún antes de cruzar el umbral de la puerta principal, era un enorme cuadro delimitado en el piso con líneas blancas, sobre un pulcro y acerado piso de madera color caoba. Justo en el centro de esta área perfectamente delimitada, se encontraba sentado en disposiciones de círculo, un grupo de aproximadamente veinticinco jóvenes de secundaria, de ambos sexos y vestidos la gran mayoría con atuendos deportivos. El profesor-gurú se encontraba en el centro exacto del círculo. Todos sin excepción estaban sentados en el suelo y con las piernas cruzadas al estilo de Buda.

__ Vamos a ver jóvenes, antes de empezar con nuestros ejercicios de la tarde de hoy, quiero ver qué tanto conocen ustedes su país. Quiero que alguien me responda esto: ¿Cuál es el principal rasgo cultural de la India?, fueron las palabras que el viajero y su amigo Nalesh alcanzaron a escuchar, mientras se acercaban al grupo y se sentaban en el suelo a observar y escuchar.

Luego de unos breves segundos donde imperaba un profundo silencio, alguien se animó a hablar y levantó la mano.

__ ¡La atención, profesor, el dominio de la atención!, se escuchó resonar a aquella voz aguda y femenina, cuasi-infantil, mientras el sonido de sus palabras viajó con eco hacia todas direcciones, en aquel gran salón deportivo con sus espaciosos ambientes y elevados techos.

Al escuchar aquella respuesta, de inmediato el profesor-gurú, un hombre setentón con largas y tupidas barbas de un color negro completamente oscuro, gruesas gafas y una espontánea sonrisa infantil grabada en su rostro, arqueó pronunciadamente sus cejas y sin esconder su asombro, dijo casi gritando:

__ ¡ Por favor, un aplauso para ella !

El ruidoso palmear de aquella veintena de muchachos invadió por completo el salón. Algunos celebraran agitando y chocando entre sí la palma de sus manos, y otros emitían sonidos guturales y silbidos a la manera de una porra deportiva.

__ Quiero decirles algo con respecto a lo que nos ha informado esta tarde nuestra querida amiga Narini, se escuchó decir al instructor, mientras con sus brazos levantados hacia gestos para que los jóvenes volvieran al silencio.

__ Nuestra nación y sus múltiples culturas han logrado sobrevivir durante miles de años solamente debido a esta facultad. Y es más, quiero decirles que de aquí en adelante, del siglo XXI hacia los tiempos que han de venir, sólo los pueblos que logren desarrollar al máximo sus facultades de dominio sobre la atención, van a poder subsistir sobre la faz de este planeta.

Ahora jóvenes, siguió diciendo el instructor, vamos a hacer unas prácticas rápidas sobre la atención. Durante cinco minutos quiero absoluto silencio. Que nadie hable por favor, piensen, piensen, y dialoguen sobre lo que quieran por un momento con ustedes mismos.

Reloj en mano el instructor constató que había transcurrido el tiempo estipulado, de modo que procedió a interrumpir aquel lapso silencioso que momentáneamente se había apoderado del salón.

__ Vamos a ver…, Umm, tú, Laesha, dijo el maestro, mientras señalaba con la vista hacia una diminuta adolescente que se encontraba sentada frente a él. Dime; ¿Cuál fue el pensamiento con el que iniciaste tu ejercicio mental?

__ La pequeña casa-árbol que tiene mi abuela en su jardín, maestro, contestó ella casi de inmediato.

__ ¿Y el último pensamiento?, le volvió a preguntar nuevamente el instructor.

__ El brazo facturado de mi hermana menor, dijo ella.

__ Muy bien ¿y antes de ese de la pequeña casa-árbol, cuál fue tu pensamiento anterior al último?, volvió a preguntar el maestro-gurú.

__ Laesha guardó silencio por un momento, y tras dudar sobre la respuesta dijo: creo que fue el trofeo de basket Ball, profesor….dijo tímidamente.

__ ¿Por qué dices creo…? ¿No estás segura?, se escuchó preguntar al instructor.

__ Es que no estoy muy segura…alcanzó a responder con timidez.

__Ajá, bueno. Y, si eso fue así ¿Cuál fue la conexión? ¿Cuál fue el pensamiento-puente que te llevó al brazo quebrado de tu hermanita? ¿Cuál es la conexión entre ambos?, preguntó de nuevo el maestro-guía.

Laesha no supo contestar, por lo que enmudeció completamente. Casi de manera simultánea, un muchacho que aparentaba no sobrepasar los trece años levantó con insistencia la mano izquierda.

__ Vamos a ver contigo, Prabhu, Comienza por el último de tus pensamientos, le dijo el gurú.

__ El color amarillo del bus de mi colegio, dijo de manera categórica el muchacho.

__ Ajá, ¿y el anterior a ese?, inquirió el maestro.

__ Comida chatarra, respondió de inmediato, con seguridad.

__ ¿y la conexión entre ambos?, preguntó de nuevo.

__ Unos diminutos autos de metal en color amarillo que aparecen en unas bolsas plásticas que lleva nuestra empleada doméstica del súper, contestó asertivamente.

__ ¿Y el anterior?, preguntó de nuevo.

__ Los carros de mi papi que de forma curiosa también tienen el forro interior del mismo color de mis juguetes, dijo Prabhu.

__ ¿Y la conexión?, inquirió otra vez.

__ La afición de mi papi por los autos deportivos, contestó de inmediato.

__ ¿Y el pensamiento anterior?, volvió preguntar.

__ Pensaba en Gunar, un amigo del colegio, explicó el muchacho.

__ ¿Y la conexión con el pensamiento anterior?, inquirió otra vez el maestro.

__ El divorcio por el que ahora atraviesan sus padres, dijo Prabhu.

__ ¿Y el anterior?, se escuchó preguntar de nuevo al mentor.

__ Las bajas notas de Gunar en el colegio, dijo

__ ¿Y la conexión entre ambos pensamientos?, inquirió otra vez.

__ Pensaba en qué nuevos maestros conoceré el próximo año, contestó Prabhu.

__ ¿Y la conexión con el anterior?, dijo casi en tono de murmuración el tutor.

__ Pensaba en los aros gruesos de sus lentes, maestro, respondió Prabhu, al tiempo que se escucharon algunas risas apagadas entre el resto de alumnos.

__ Muy bien, muy bien, Prabhu, vemos que tú has pasado del transito desde pensar en los aros de mis lentes hasta el color del bus del colegio que te lleva a casa. Ya nos dijiste como es que llegaste hasta allí. Ahora dinos entonces, ¿Cuál es el principal patrón de asociatividad en esta particular cadena de pensamientos?, se escuchó decir al maestro.

__ Son los nexos sentimentales, maestro, respondió Prabhu, sin pensarlo dos veces. Es mi preocupación constante por los seres queridos que tengo alrededor, dijo, rematando con un gesto de seriedad su respuesta.

En completo silencio y casi de inmediato se observó al maestro hojear rápidamente unos papeles que llevaba en un pequeño maletín que portaba junto a él, y mientras lo hacía, el viajero miraba con extrañeza a su amigo Nalesh, preguntándole con la mirada qué es lo que el maestro hacia ahora.

__ Muy bien, Prabhu, ya veo, se escuchó decir al maestro, rompiendo el silencio que se había apoderado del gimnasio, mientras levantaba su mirada haciendo a un lado el legajo de papeles que había examinado unos instantes antes. Según los reportes de todo este ciclo, continuó diciendo el tutor, a lo largo de todo el año los patrones de asociatividad dominantes mostrados durante tus ejercicios en mi clase, han estado dados por esa misma característica. No te equivocas. ¡Pido aplausos para él, por favor muchachos!, dijo el maestro.

Los gritos, aplausos, silbidos y golpeteos rítmicos con los puños sobre la madera del piso inundaron ruidosamente aquel salón.

__ Antes de terminar contigo y pasar con el siguiente alumno, interrumpió el maestro, mientras hacía señas con las manos para que los muchachos se callaran, quisiera que nos dijeras una cosa: ¿Cuál fue el principal patrón de asociatividad reflexiva que predominaron en tus ejercicios del año pasado?

__ El miedo, maestro. El año pasado fue el miedo, respondió de inmediato un sonriente Prabhu.

__ Explícanos rápidamente de qué se trataba tu miedo, inquirió con manifiesta curiosidad el tutor.

__ Todo el año pasado estuve pensando mucho en una posible guerra nuclear entre nuestro país y Pakistán, respondió con rapidez el muchacho. Mucho de lo que pensaba entonces estaba atravesado por esa idea central, especialmente en los momentos en los que iba sentado en el bus del colegio hacia mi casa.

__ ¿Cuántos años tenías entonces?, le preguntó a boca de jarro el maestro.

__ Doce años, profesor, dijo Prabhu.

__ Ajá, ya veo. Y sólo por una mera curiosidad, si no te importa que te molestemos demasiado, dinos, ¿Y cuándo tenías once?, le inquirió de nuevo el tutor.

__ Entonces el patrón dominante la mayor parte de ese año fue la gula por las comidas dulces y los helados de chocolate, maestro, contestó Prabhu, mientras se escuchaban unas risas provenientes de sus compañeros de aula.

__ Está bien, Prabhu, está bien. No te molesto más. Sólo dime una última cosa: ¿Hasta que edad has logrado retroceder con estos ejercicios?, preguntó el maestro.

__ Ya llegué hasta mis primeros seis meses de edad, respondió de inmediato Prabhu.

__ ¿Ya pensabas entonces?, le inquirió el maestro, medio en broma y medio en serio.

__ Sí, maestro, ya pensaba, y mucho…, contestó Prabhu, con aire solemne. Y descubrí además, siguió diciendo, que ya entonces buscaba que mis pensamientos no brincaran como mono desquiciado de un lado a otro.

__ Vaya, que bebé tan disciplinado eras entonces, dijo el tutor, mientras el grupo estallaba nuevamente en risas. ¡Aplausos otra vez por favor a Prabhu!, vamos a creerle y a atorgarle el beneficio de la duda. De todas formas él nos ha mostrado que se lo merece…, ovacionó el maestro-gurú.

Mientras tanto, se observaba al viajero realizar una serie de gestos con las manos, con los cuales le indicaba a su amigo Nalesh que se le hacía tarde y tenía que abandonar aquel lugar.


Fin.

Sergio Barrios E.


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