lunes, 18 de abril de 2011

NUEVE MIL SETENCIENTOS KILOMETROS A TRAVES DE LA INDIA: Serie Puros Cuentos: Capitulo XIX: ¿Psicoanalsis o Meditacion?






Kultur-Tulum:


NARRATIVA Y CUENTO CORTO:


De la Serie Puros Cuentos: “9, 760 Kilómetros a través de la India”.



Parte XIX: “¿Psicoanálisis o meditación?”


Al ver que aquella conversación entre el viejo gurú y el viajero se iba tornando cada vez más tensa, el muchacho que hasta ese momento había permanecido en silencio, escuchando con atención, se inquietó y poniéndose en pie se dirigió a su maestro.

__Mi “holy man”, tenemos que irnos ya, se escuchó decir al púber.

__Espera un momento, sólo déjame decirle una última cosa al amigo…pues no creo que volvamos a verlo de nuevo, dijo el viejo.

__Dudo mucho que nos volvamos a encontrar, estoy en camino hacia otras regiones…dijo el viajero, haciendo un esfuerzo por disimular su molestia.

__Bueno, de ser así, lo felicito. Vino usted a una tierra donde hay mucho que ver, escuchar y aprender. Ahora bien, antes de que nos despidamos quiero hacerle una pregunta más, y por sobre todo, deseo que usted sepa que no ha sido mi intención contradecirlo o fastidiarlo, dijo el gurú.

__No se preocupe, no estoy molesto. Ahora bien, ¿Cuál es la última cosa que desea preguntarme?, dijo el turista, empleando ahora un tono de voz más cordial y sereno.

__ ¿Porqué razón cree usted que el psicoanálisis es superior a la meditación?, preguntó el viejo, sin más preámbulo.

__ Lo que sucede es que la meditación es un ejercicio superficial que se limita a buscar el control de los pensamientos, mientras que el psicoanálisis busca hacer consciente lo que permanece encerrado en el inconsciente, es decir, su objetivo es mucho más profundo y de mayor alcance, usted me entiende, ¿verdad?, respondió el viajero.

__ Ajá, muy bien, comprendo mejor ahora su punto de vista. Sin embargo, no lo comparto, pues debo decirle que su apreciación está basada en un prejuicio, muy occidental por cierto, respecto a lo que es en realidad la meditación, dijo el viejo.

__ ¿Y qué es en realidad la meditación?, preguntó el turista.

__ Preferiría explicarle que cosa no es la meditación…por ejemplo, no es control de la mente como usted dice, y mucho menos concentración, respondió el gurú.

__ Entonces, según ustedes aquí en la India, ¿Qué cosa en realidad es la meditación?, preguntó de nuevo el viajero.

__ Meditación es un estado especial del Ser, un estado o nivel de conciencia no ordinario, dijo el viejo.

__ ¿Un estado especial del Ser?, repitió el turista, mientras fruncía el ceño.

__ Así es, un estado especial de la conciencia en la cual la personalidad no está sujeta a la tiranía del ego, respondió el gurú, mientras sus ojos irradiaban una refulgencia que asombró a su interlocutor.

__ ¿Y sólo eso?, se escuchó decir al viajero, con un cierto tono de displicencia, como queriendo esconder su sorpresa ante la lucidez de aquel hombre.

__ ¿Y le parece a usted poca cosa lo anterior?, preguntó el viejo, dibujando una discreta sonrisa debajo de su tupida barba.

__ No, no, perdón, no quise ofender. Sólo preguntaba si hay algún otro objetivo importante detrás de la meditación, respondió con inusual timidez el viajero.

__ Los que la practicamos a profundidad buscamos trascender la maya, la ilusión o espejismo de la realidad…y ello es considerado así por nuestros ancestros desde hace miles de años, pues el mundo real no participa del Ser, porque la realidad, que es pura ilusión, no es otra cosa que devenir, temporalidad, devenir cósmico, sin duda, pero devenir histórico…mientras que el Ser es intemporal, dijo el viejo gurú.

__ “Sarvam dukham, sarvam anityam”, se escuchó de pronto exclamar al jovencito, interrumpiendo la conversación.

__ ¿Qué dijo el niño?, preguntó el viajero, con evidente curiosidad.

__ “El mundo material carece de realidad inmanente”, eso es lo que dijo, respondió el viejo.

Al escuchar estas palabras el viajero se quitó la mochila de la espalda, y bajándola la volvió a poner en el suelo. Extrajo un pañuelo rojo del bolsillo trasero de su pantalón, se secó la frente, y con un nudo en la garganta quiso despedirse, pero de pronto se le cruzó en la mente una pregunta y no quiso quedarse con ella.

__ Dígame una cosa, ¿Cómo sabe un meditador que ha llegado a perfeccionar la práctica?, preguntó el turista.

Es muy sencillo. Cuando usted alcanza el samadhi, entonces ha llegado a la meta, respondió el gurú.

__ ¿Samadhi?, repitió el viajero, a modo de pregunta.

__ Así es. Nosotros aquí en la India también le llamamos el asamprajnatasamdhi, por medio del cual el yogui trasciende los contrarios y reúne en una experiencia única lo vació y lo desbordante, la vida y la muerte, el Ser y el no Ser.

__ Todo ello suena un tanto complicado, ¿no es así?, se escuchó decir al viajero.

__ No, quizá no. El samadhi en realidad ayuda a realizar un sueño que obsesiona al espíritu humano de todos los lugares desde tiempos inmemoriales…coincidir con el todo, recobrar la unidad, rehacer la no-dualidad inicial, abolir el tiempo y la creación…se escuchó argumentar al viejo.

__ Ah, ya entiendo…usted se está refiriendo a la preocupación seminal de los filósofos occidentales de todas las épocas…abolir la bipartición de lo real en objeto-sujeto…trascender las limitaciones del pensamiento binario, ¿no es así?, dijo el turista, deponiendo por fin sus resistencias.

__ En efecto, tiene usted razón. Veo que empezamos a entendernos…aunque sea al final de nuestra charla. Por eso mismo que usted acaba de mencionar, es que el problema central que se plantea el budismo es el sufrimiento que se deriva de esa bipartición de lo real, y la necesidad y posibilidad de liberarse del mismo, respondió el viejo.



Fin del capítulo XIX.



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Sergio Barrios Escalante.

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